Artículos decorativos y utilitarios de cerámica y porcelana pintados a mano. La pintura sobre cerámica es una de las primeras técnicas empleadas por nuestros ancestros después de la pintura rupestre. Se pintaban adornos o vasijas que se fabricaban con barro. Con el tiempo se descubrió que al coser el barro, el artículo duraba mucho más y generación tras generación se perfeccionó la técnica aplicando sobre la pintura un vidriado que hacía que los colores resultaran más vivos. Hoy en día se pinta sobre una pieza cruda o cosida (bizcocho) y se quema a más de 900 grados Celsius en hornos especialmente fabricados para esa función. La pintura sobre porcelana nació mucho después ya que consiste en pintar sobre una superficie vidriada, de preferencia, blanca. Las piezas se pintan con pigmentos especiales y se queman de 750 a 780 grados Celsius. Con ello se consigue que la pintura quede impregnada en la pieza sin que nada pueda hacerla desaparecer. Una pieza de porcelana puede quemarse varias veces para lograr dar diferentes matices y sombras al diseño. La gran diferencia entre estas dos técnicas, aparte de la temperatura de quema, es que los pigmentos para pintar cerámica se disuelven con agua en cambio los pigmentos para porcelana se disuelven con algún medio oleoso como el aceite o la vaselina líquida.